El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio.

Las ciudades invisibles, Italo Calvino
Pienso en el entonces y pienso en el ahora. Pienso en aquel niño que fui, y qué parte puso ese niño en lo que soy hoy. Y pienso en el lugar de donde vengo, y en cómo una parte de mi siempre se quedo allí, ahora lo veo.
Pienso en todas esas cosas con cara de cerdito, no es una de mis muecas, es de tener la nariz firmemente pegada al cristal, mirando al cielo, ya oscureció.
Y entonces me separo del cristal unos centímetros, y doy dos pasos de baile, y doy una vuelta sobre mi eje, y vuelvo a estar de cara a la ventana. Pim-pam-fuera. Y me miro los pies, miro ese baile inesperado que ha venido de otras décadas, y ahora sonrío, sonrío sólo un poco, casi imperceptiblemente, sólo si me conocieses mucho te darías cuenta.
Y pienso. Cómo de aquella época, del verano de 1987, no queda nada ya; los años y los golpes nuevos, las nuevas decepciones, se han ido amontonando, cubriendo con su manto a cada uno de nosotros, llenando nuestros cuerpos con cosas nuevas e inesperadas, algunas incluso felices. Felices, incluso.

Rompepistas, Kiko Amat
Hay quien se preocupa, y mucho, de que los niños pequeños jueguen con armas de fuego, de que los adolescentes vean vídeos en los que la violencia es moneda corriente; nos da miedo que esa especie de cultura de la violencia termine por tragárselos como si tal cosa. A nadie le preocupa en cambio que los niños escuchen miles, literalmente miles de canciones que tratan siempre de corazones destrozados, de rechazos y abandonos, de dolor, tristeza, pérdida. Las personas más desgraciadas que yo he conocido, románticamente hablando, son las que tienen un desarrollado gusto por la música pop. Y no sé si la música pop es la causante de esta infelicidad, pero sí tengo muy claro que han escuchado esas canciones infelices desde hace más tiempo del que llevan viviendo una vida más o menos infeliz. Así de claro.

Alta fidelidad, Nick Hornby
Todo lo que nos atrae y seduce en la vida me parece vacío de sentido. No poseo ni el sentimiento del pasado ni el del futuro; el presente me parece un veneno. No sé si estoy desesperado, pues la ausencia de toda esperanza no equivale obligatoriamente a la desesperación. Ningún calificativo podría afectarme, pues no tengo ya nada que perder. Y pensar que lo he perdido todo en el momento en que a mi alrededor todo despierta a la vida...

En las cimas de la desesperación, E.M. Cioran
Sólo soy una sombra, un vestigio, o ni siquiera. Un susurro afásico, un olor disipado y fiebre bajada, un rasguño sin costra, que se desprendió hace tiempo. Soy como la tierra bajo la hierba o aún más allá, como la invisible tierra bajo la tierra ya hundida, un muerto por el que no hubo duelo porque no dejó atrás su cadáver, un fantasma cuya carne se va ahuyentando y sólo un nombre para los que vengan luego, que no sabrán si es inventado.

Baile y sueño, Javier Marías
-A veces, me da la impresión de que todo es mentira -añadí.
-Mira: si todo es mentira, escoge al menos una mentira hermosa -dijo Julián, aunque mirando a su amigo-. ¿No?
En mi estado alterado, esa frase fue un relámpago divino clavándose en mi frente.
-Tienes razón -dije con ojos centelleantes-. Eso haré.

Cosas que hacen BUM, Kiko Amat
Pero las estrellas brillan sobre nuestras cabezas, el sol arde. La hierba crece y la tierra, bueno, la tierra se traga todo lo que es vida y borra todas las huellas, vomita luego nueva vida en una cascada de miembros y ojos, hojas y uñas, pajas y colas, mejillas, pieles, corteza e intestinos, que se vuelve a tragar. Y lo que nunca llegamos a entender del todo, o no queremos entender, es que todo eso ocurre fuera de nosotros, que nosotros no formamos parte de ello, que no somos más que lo que crece y muere ciegamente, igual que son ciegas las olas del mar.

Un hombre enamoradoKarl Ove Knausgård
Todo placer insatisfecho es una ocasión desperdiciada para siempre. No seré yo quien se ponga a esgrimir el sufrimiento para prohibir las orgías y los excesos. Dejemos hablar a los mediocres de las consecuencias de los placeres: ¿acaso las del dolor no son más graves aún? Sólo un mediocre deseará, para morir, alcanzar el estadio de la vejez. Sufrid, pues, embriagaos, bebed la copa del placer hasta el final, llorad o reíd, gritad de alegría o de desesperación -de todas formas nada quedará de todo ello. Toda la moral no tiene más objetivo que transformar esta vida en una suma de ocasiones desperdiciadas.

En las cimas de la desesperación, E.M. Cioran
Lo que ocupa a todos los seres vivos y los mantiene en movimiento es el deseo de existir. Pero cuando la existencia se tiene por segura, los hombres ya no saben qué hacer con ella; por ello, la segunda circunstancia que los mantiene en movimiento consiste en el deseo de liberarse del peso de la existencia, hacer que pase desapercibida, «matar el tiempo», es decir, escapar al tedio. Y así vemos que casi todos los hombres que se encuentran a salvo de la miseria y las preocupaciones, cuando se han liberado por fin de todas las demás cargas, se convierten en una carga para sí mismos y consideran una ganancia cada hora pasada con alguna ocupación, es decir, cada migaja que se sustrae precisamente de esa vida, para cuya conservación, hasta ese momento, habían empleado todas las fuerzas disponibles. El tedio, sin embargo, no es en ningún caso un mal que pueda subestimarse: acaba dibujando en el rostro la verdadera desesperación. Obliga a que seres que se aman tan poco entre sí, como es el caso de los hombres, se busquen desesperadamente, y se convierte así en el origen de toda sociabilidad.

El mundo como voluntad y representación, Arthur Schopenhauer

Para llegar al fondo, el camino es cuesta arriba. No queda ni la satisfacción de dejarse caer, de soltarse en el tobogán, en una pena resbaladiza que viene natural y automática. No. Para terminar la caída, uno tiene que escalar. Y cada nuevo golpe de piolet, cada clavo en la pared lisa del monte, cada uno de ellos es un nuevo zarpazo en el alma.
Hasta la caída tiene que doler en este mundo. Hasta la caída es un esfuerzo.

Cosas que hacen BUM, Kiko Amat
Una constatación que puedo, muy a mi pesar, hacer a cada instante: solamente son felices quienes no piensan nunca, es decir, quienes no piensan más que lo estrictamente necesario para vivir. El pensamiento verdadero se parece a un demonio que perturba los orígenes de la vida, o a una enfermedad que ataca sus raíces mismas. Pensar continuamente, plantearnos problemas capitales a cada momento y experimentar una duda permanente respecto a nuestro destino; estar cansado de vivir, agotado hasta lo inimaginable a causa de nuestros propios pensamientos y de nuestra propia existencia; dejar tras de sí una estela de sangre y de humo como símbolo del drama y de la muerte de nuestro ser -equivale a ser desgraciado hasta el punto de que el problema del pensamiento nos da ganas de vomitar y la reflexión nos parece una condena. Hay demasiadas cosas que añorar en un mundo en el que nada debería ser añorado. De ahí que yo me pregunte si este mundo merece realmente mi nostalgia.

En las cimas de la desesperación, E.M. Cioran
Sí, me fastidiaba levantarme de la cama por la mañana. Esto significaba empezar la vida de nuevo y después de estar en la cama toda la noche has creado un tipo de intimidad a la que es muy difícil renunciar. Yo siempre fui un solitario. Perdona, supongo que lo que me pasa es que estoy desquiciado, pero, quiero decir, salvo por lo de echar un polvete de vez en cuando, no me importaría que todos los habitantes del mundo se muriesen. Sí, sé que no es agradable. Pero yo me pondría tan contento como un caracol; después de todo fue la gente la que me hizo desgraciado.

La máquina de follar, Charles Bukowski
Un día te das cuenta de que lo malo no son los problemas, sino el hecho de que necesites darles una respuesta y entonces te encuentras, sin saber de qué forma ha ocurrido, te encuentras en alguna parte mirando la oscuridad, las calles encendidas y las casas apagadas, imaginando un montón de gente que piensan los unos en los otros, tienden puentes a lo largo de toda la ciudad, de una habitación a otra, de un corazón a otro. Y entonces sabes que estás completamente solo cuando te quedas parado a este lado de las cosas, sin ningún puente que cruzar.

Raro, Benjamín Prado

Quizás mi madre tenía razón. A veces, cuando pierdes ganas. Pero se le olvidó añadir que, a veces, cuando pierdes, pierdes. O que, a veces, cuando pierdes, luego parece que has ganado, pero vuelves a perder.
Y esa última vez es la de verdad.
Esa última vez es la última vez. Desde ahí, no ganas.

Cosas que hacen BUM, Kiko Amat
Quiero vivir. Pero, entonces, ¿por qué no vivo? ¿Por qué, cuando me meto en un avión o en un coche, me imagino que el avión se va a caer o el coche a chocar, y que en realidad no importa mucho? ¿Que da igual si vivo o muero? Porque eso es lo que suelo pensar. La indiferencia es uno de los siete pecados capitales, en realidad el más grande de todos, porque es el único que peca contra la vida.

Un hombre enamoradoKarl Ove Knausgård