Si recuerdas tu pasado demasiado bien empiezas a culparle de tu presente. Mira lo que me hicieron, ésa es la causa de que yo sea así, no es culpa mía. Permíteme que te corrija: probablemente sí es culpa tuya.

Hablando del asunto, Julian Barnes
No importa la época en que se viva ni la clase social a la que se pertenezca: la persona valora mucho la vida. Es parte de la naturaleza del ser humano. No puedo pensar que exista alguien en el mundo que no valore su vida. Sin embargo, el hombre tiene que ser capaz de separarse sin vacilar de ella, debe demostrar que tiene el valor de morir. No importa cuál sea el pretexto para mostrar tal arrojo, podrá ser una restauración, podrá ser una revolución.

Últimas palabras, Yukio Mishima

La vida dura demasiado poco.
No da tiempo a hacer nada. No hay manera
de reunir los suficientes días
para enterarte de algo. Te levantas,
abrazas a tu novia, desayunas,
trabajas, comes, duermes, vas al cine,
y ni siquiera tienes un momento
para leer a Séneca y creerte
que todo tiene arreglo en este mundo.
La vida es un instante. No me explico
por qué esta noche no se acaba nunca.

Todas la canciones, Luis Alberto de Cuenca
Alguien está tensando
la malla de los términos,
pero dónde suceden las palabras de amor
y quién se atrevería a mantener
tirante el arco rilkeano
sin dispararse en una identidad
y que lo llamen cura.

Vivimos para nuestro tiempo.
Clásicos. Indigentes.
No ocupamos lugar
en las metáforas de lo habitable.
El ojo ya no acude a la mano,
aunque le llega el eco de los huesos
y le habla de tú.

Contigo nada tiene
que ver la arquitectura
puritana. La luz no te limita
y curva el horizonte
para que te imagine
sensual: exactamente como
las cosquillas de un perro entre el estómago,
que da melancolía,
y el corazón, que da conversación.

Traiciono mis principios porque no te poseo,
pero soy rico porque no poseo
y pobre por lo poco que pudiera perder.

Echado a perder, Carlos Pardo

La vida es demasiado mala o demasiado buena. La vida hay que pagarla. No hemos aprendido la gratuidad de la vida. Cuando aprendamos que la vida es gratuita le perderemos el miedo al sexo.
Pero se nace con conciencia de débito, con sentimiento de culpa, con heredada sensación de deuda. La vida es gratuita y eso es todo.
Gratuita en todos los sentidos.
No cuesta nada porque no sirve para nada. No hay que pagarla con sangre, justificarla con miedo o recaudarla en actos. Hay que prestarse a ella y dejar que se haga con nosotros.

Mortal y rosa, Francisco Umbral
Me vi obligado a reconocer que dentro de mí bullían cosas que jamás podría controlar con la razón. Dicho en otras palabras, no pude evitar que en mi interior renaciera ese romanticismo que en otro tiempo había repudiado con fuerza. Cuando comprendí que mi naturaleza era romántica, volví a los orígenes, a la adolescencia. Y al regresar a la adolescencia, salieron de golpe todas las cosas, como si del vaso de Pandora se tratara. Es cierto que, por ser sincero, la gente podría reírse de mí o criticarme, pero me parecía que no me quedaba otra salida que ser fiel a mí mismo, fiel al yo que volvía a sus orígenes.

Últimas palabras, Yukio Mishima, Hideo Kobayashi y Takashi Furubayashi
No soporto que la gente me pregunte de qué va un libro. La gente que lee buscando una trama, la gente que chupa las historias como si fueran la nata de una galleta Oreo, debería quedarse con los cómics y las telenovelas. ¿Que de qué va? Todos los libros que merecen la pena van de emociones y de amor y de muerte y de dolor.

El bar de las grandes esperanzas, J.R. Moehringer
Me enamoré del fútbol tal como más adelante me iba a enamorar de las mujeres: de repente, sin explicación, sin hacer ejercicio de mis facultades críticas, sin ponerme a pensar para nada en el dolor y en los sobresaltos la experiencia traería consigo.

Fiebre en las gradas, Nick Hornby
A veces pienso que nuestra única especificidad individual radica precisamente en esto: dime lo que te da asco y te diré quién eres. Nuestras personalidades son nulas, nuestras inclinaciones resultan a cual más banal. Sólo nuestras repulsiones nos definen realmente.

Metafísica de los tubos, Amélie Nothomb
Dentro de poco nuestras relaciones con los demás se reducirán al registro de sus orgasmos efectivos o inventados. Es el destino de nuestra raza, devastada por la introspección y la anemia: reproducirse a través de la palabra, hacer alarde de sus noches, exagerar sus desfallecimientos y sus triunfos.

Silogismos de la amargura, E.M Cioran
 

-Mira -dijo ella-. Que un hombre ponga a una mujer un poco en un pedestal no es lo peor que puede pasar. -Sonrió y me acarició el hombro para animarme, pero yo no logré esbozar una sonrisa-. JR, enamorarse es una bendición. Intenta disfrutarla.
-¿Y si se me rompe el corazón? -le pregunté.
Ella miró más allá de mi cabeza.
-¿Mamá?
Gesto inexpresivo.
-¿Mamá?
Mi madre bajó la vista y me miró.
-Sobrevivirás -me dijo.

El bar de las grandes esperanzas, J.R. Moehringer
Se deja de ser joven cuando ya no se escogen los enemigos, cuando uno se contenta con los que tiene a mano.

Silogismos de la amargura, E.M. Cioran
Desgraciadamente, el amor siempre es un examen práctico, no teórico, y en último término todas las reflexiones del mundo no sirven para nada. Es como si quisieras aprender a tocar el piano leyendo un manual. Igual crees que sabes qué hay que hacer, pero hasta que estás delante del teclado y descubres lo inmensa, abrumadoramente complicado que es, cuánto esfuerzo y concentración requiere, no sabes nada.

Instrumental, James Rhodes
La vida consiste en escoger qué voces sintonizar y qué voces no, lección que yo aprendí mucho antes que la mayoría de la gente, pero que me costó más que a muchos otros aplicar correctamente.

El bar de las grandes esperanzas, J.R. Moehringer
Hay una primera regla para saber de política: no vayas a las palabras del pasado creyendo que ayer significaban lo mismo que hoy. Las palabras permanecen, los conceptos cambian.

Curso urgente de política para gente decente, Juan Carlos Monedero

No existe libertad que no conozca,
ni humillación o miedo
a los que no me haya doblegado.
Por eso sé de amor,
por eso no medito el cuerpo que te doy,
por eso cuido tanto las cosas que te digo.

Ropa de calle, Luis García Montero
Lo único seguro es que el ser humano no puede hacer ningún mal mientras duerme. Por ello nadie debería nunca despertar a nadie, a menos que se queme la casa.

Reflexiones del señor Z., Hans Magnus Enzensberger
Nuestro yo humano no es sino la conciencia de nuestra condición mortal. Reconocer el miedo a lo desconocido es comprender lo que significa ser hombre. En el fondo, el hecho de ser es una tragedia. Nos pasamos la vida tratando de ampliar el conocimiento, el saber, las experiencias. Pero al final, todo se perderá en la nada.

Arenas movedizas, Henning Mankell

Todo es provisional: el amor, el arte, el planeta Tierra, vosotros, yo. La muerte es algo tan ineludible que pilla a todo el mundo por sorpresa. ¿Cómo saber si este día no será el último?
Creemos tener tiempo. Y luego, de repente, ya está, nos ahogamos, fin del tiempo reglamentario. La muerte es la única cita que no está anotada en nuestra agenda.

13'99, Frédéric Beigbeder
Es espantoso e irónico saber que he pasado casi toda la vida huyendo de las cosas que me acabaron salvando (la sinceridad, la verdad, la realidad, el amor, la aceptación de quien soy) porque creía que me matarían.

Instrumental, James Rhodes
Que no se pueda probar la inexistencia de Dios es normal e insignificante, aunque sólo sea en el sentido de que nunca podremos probar absolutamente la inexistencia de nada. Lo que en realidad importa no es si Dios es irrefutable (no lo es), sino si su existencia es probable. Esto es otro tema. Se estima que algunas cosas irrefutables son mucho menos probables que otras cosas también irrefutables.

El espejismo de Dios, Richard Dawkins
La gran diferencia entre mis padres y yo: durante su juventud, las libertades aumentaban; durante la mía, no han hecho más que disminuir año tras año.

Una novela francesa, Frédéric Beigbeder
La identidad se va formando cuando nos atrevemos a adoptar una postura determinada ante cuestiones complejas. Eso lo sabe todo aquel que no ha olvidado su infancia por completo.

Arenas movedizas, Henning Mankell
Recordé las palabras de Ribeyro, uno de los más ilustres compatriotas de César Vallejo que Cecilia me hizo descubrir: «Seres imperfectos viviendo en un mundo imperfecto, estamos condenados a encontrar sólo migajas de felicidad». ¿Cuál es la alternativa? Quizás aceptar nuestros límites, nuestras contradicciones, nuestras muchas necesidades, tratar de ser más fuertes que el peso de toda culpa. Concentrar nuestra habilidad en lo que mejor podamos hacer y nuestra lucidez en lo que mejor podamos entender: one thing at a time. One life at a time. Vivir sin perder, en la medida de nuestras posibilidades, la capacidad para volver a un centro desde donde se puede confiar, esperar, ser-feliz-ahora-mismo-a-pesar-de-todo, a pesar del dolor y de la certeza de que la vida es, básicamente, imposibilidad y dolor.

Después del invierno, Guadalupe Nettel
Siempre me río de los que afirman defender a las minorías, puesto que la primera minoría es el individuo. El grupo apareja inevitablemente un precio moral e intelectual que, una vez que se paga, jamás puede recuperarse. El mal es el grupo en sí. El sentido de pertenencia a un grupo siempre genera violencia. Hay algunos que piensan que, para evitarlo, la solución es que el grupo se amplíe lo más posible. Pero otros creemos que para ir por la vida no hace falta ningún paraguas. Vamos mucho mejor solos.

Cicatriz, Sara Mesa
Cuando uno ha sufrido tantas decepciones, cuando ha esperado tanto sin atreverse, ¿cómo puede no pasarse el resto de la vida considerando cada beso como una victoria? No conseguiré deshacerme jamás de la idea de que cualquier mujer que me quiera es la más bella del mundo.
Uno puede olvidar su pasado, pero eso no significa que lo supere.

Una novela francesa, Frédéric Beigbeder
Uno piensa que los lazos que nos atan a los otros son eternos e inamovibles, sobre todo el afecto. Sin embargo, la gente cambia mucho según el lugar y las circunstancias.

Después del invierno, Guadalupe Nettel
Para vivir tenemos que narrarnos; somos un producto de nuestra imaginación. Nuestra memoria en realidad es un invento, un cuento que vamos reescribiendo cada día (lo que recuerdo hoy de mi infancia no es lo que recordaba hace veinte años); lo que quiere decir que nuestra identidad también es ficcional, puesto que se basa en la memoria. Y sin esa imaginación que completa y reconstruye nuestro pasado y que le otorga al caos de la vida una apariencia de sentido, la existencia sería enloquecedora e insoportable, puro ruido y furia.

La ridícula idea de no volver a verte, Rosa Montero
Los coches son como las personas. Andamos dando vueltas por ahí todos los días, vamos a toda prisa de un lado para otro, estamos siempre a punto de tocarnos pero en realidad tenemos poco contacto. Todas esas aproximaciones... Todas esas posibilidades... Es horrible si te paras a pensarlo. Casi mejor no pensar en ello.

La espantosa intimidad de Maxwell Sim, Jonathan Coe
¿La religión? Una invención de los hombres para asegurarse el poder sobre sus semejantes. ¿La razón? El instrumento que permite luchar contra todas esas tonterías.

Tratado de ateología, Michel Onfray

Pobre experiencia tengo de la vida
(como todos). Practico la existencia
(como todos). Y sufro. Y no sé nada.
Lo primero: soy hombre, no mujer,
y eso ya es un fracaso si uno quiere
saber de qué va el mundo, penetrar
en el misterio de las cosas. Luego
está el tema de las sendas perdidas
y el de esas partes de nosotros mismos
a las que traicionamos por servir
a una sola faceta (la peor,
la más absurda y menos favorable).
Pobre experiencia tengo de la vida.
¡Qué pena estar tan cerca de la muerte!

Cuaderno de vacaciones, Luis Alberto de Cuenca
Cualquier clase de inhumanidad se convierte, con el tiempo, en humana. En la oscuridad del mundo están enterradas todas las variedades de transgresión.

La casa de las bellas durmientes, Yasunari Kawabata
-No importa lo duro que trabajes ni lo listo que te vuelvas, siempre te reconocerán por esa única decisión errónea. -Me pone la pastilla azul en la palma de la mano y dice-: Comete esa única equivocación, y estarás muerto el resto de tu vida.

Snuff, Chuck Palahniuk
Siempre habrá quienes defiendan a los subnormales de la sociedad, porque no se dan cuenta de que los subnormales son subnormales. Y no se dan cuenta porque ellos también son subnormales. Tenemos una sociedad de subnormales, y por eso la gente actúa como lo hace, y se hace lo que se hace.

El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, Charles Bukowski
Estoy empezando a pensar que cualquier cosa que haga para alargar mi vida va a acabar pesando menos que la agonía de vivirla.

Knockemstiff, Donald Ray Pollock
En las trincheras del día a día de la vida adulta, el ateísmo no existe. No existe el hecho de no adorar nada. Todo el mundo adora algo. La única elección que tenemos es qué adoramos.

Esto es agua, David Foster Wallace
Sé que necesito que me salven. ¿De qué? De un conjunto de cosas, la mayoría de las cuales desconozco. Si supiera exactamente qué me amenaza, sin duda ya me habría salvado.

La nostalgia feliz, Amélie Nothomb
Siempre he considerado una cuestión de honor esperar a tener hambre para comer. En eso consiste la elegancia: comer cuando uno tiene hambre, beber cuando uno tiene sed, follar cuando a uno se le pone dura.

El amor dura tres años, Frédéric Beigbeder
Desde los inicios de la modernidad, la democracia ha consistido en la revuelta de la mayoría contra los vencedores del capitalismo global. La democracia es la expresión política de la intuición, fascinante y repleta de claroscuros, de que una vida mejor -más justa, libre y plena- sólo se puede dar entre iguales que transforman, descubren y comparten aquello que tienen en común.

Capitalismo canalla, César Rendueles
Todas las juventudes se parecen, es en la madurez cuando empieza la diferencia, nos diferenciamos en cómo resolvemos esa desazón originaria, en cómo abordamos el cruce de caminos que se nos presenta a la salida de la juventud. El tiempo que perdimos. La imposibilidad de recuperarlo. No tener claro si lo que hicimos fue perder o ganar. Uno nunca sabe si hay otra forma de madurar que no sea perdiendo todo ese tiempo, empeñándose en esas discusiones pour critiquer le monde avec désinvolture, con el yo siempre por delante, el yo como bandera y como objetivo, aunque la vida luego acabe discurriendo al margen.

Crematorio, Rafael Chirbes

Pongo mi corazón en el futuro.
Y espero, nada más.
De los monosílabos prefiero
el más claro, el sencillo, el que despliega
un lienzo en el que todo
podrá ser. El amor
dará firmeza a lo que digo. Estoy
con los que creen sin ver, con los que andan
sobre las aguas. Cuando el mundo entero
o mi mundo se hunden
tantas veces, entonces
algo relacionado con los pájaros
y los lirios me salva.
Entonces tengo todas las palabras.
Sueño palabras. Fluctuat nec mergitur.
Prefiero abril. No sé cómo decirlo.
En una calle estrecha de Venecia
he encontrado una casa con un lema
breve sobre el dintel, inscrito en piedra
hace siglos, legible todavía,
que franquea la entrada. Ancora spero.
Tenemos que elegir. Ésa es mi puerta.

Confiado, Juan Antonio González Iglesias
Los sentimientos no son precisamente ni lo más fuerte, ni lo más seguro, ni lo más duradero. Los sobrevaloramos. Tienen más que ver con lo animal, con la secreción salival de los perros de Pavlov cuando oyen el sonido que les anuncia la llegada de la comida. Babeo. No son los sentimientos lo más humano. Lo humano es la inteligencia, y seguramente también la capacidad para planear el mal a largo plazo.

Crematorio, Rafael Chirbes

Vivir de amor y de agua fresca -dicen-
como si fueran cosas diferentes.
El agua fresca que discurre o mana
de la tierra, esperando ser un trago.
Y el amor, que también busca la boca.
Lo mismo es el amor que el agua fresca.
Vivir del aire, sí, vivir del aire.
Vivir de nada, ser feliz con nada,
con casi nada, porque lo demás,
vendrá, si viene, por añadidura.

Confiado, Juan Antonio González Iglesias
Mantengo una relación extraña con la autoridad porque sigo obsesivamente las normas pero no soporto que me den órdenes. El hecho de que me manden hacer algo me parece motivo suficiente para no hacerlo. Es algo que se me metió en el cuerpo a medida que fui aceptando el carácter instrínsecamente corruptible de las instituciones.

Capitalismo canalla, César Rendueles
El único animal que ríe y sufre es el ser humano, el único que gime mirando hacia el futuro, nadie más, ni mineral, ni planta, ni animal, el miedo es la visión del futuro y nadie más piensa en el futuro, sólo el hombre, calcular su futuro, el animal no calcula el futuro, y el futuro, el miedo al futuro, es la raíz de todo sufrimiento.

Crematorio, Rafael Chirbes
En realidad, siempre he pensado que no hay memoria colectiva, lo que quizá sea una forma de defensa de la especie humana. La frase «todo tiempo pasado fue mejor» no indica que antes sucedieran menos cosas malas, si no que -felizmente- la gente las echa en el olvido.

El túnel, Ernesto Sábato
No se puede decir nada, supongo, de una felicidad perfecta, sin manchas ni defectos; nada que no sea la certeza de que tendrá que acabarse.

La lluvia antes de caer, Jonathan Coe
A lo largo de la historia de la humanidad, muy poca gente ha necesitado vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario para subsistir. Y cuando empezamos a hacerlo masivamente no fue porque nos pareciera una idea particularmente atractiva, sino porque no nos dejaron otra opción.

Capitalismo canalla, César Rendueles

Casi todos mis amigos están metidos en cosas raras que yo no entiendo del todo... y, con unas cuantas excepciones vergonzosas, les deseo que todo les vaya muy bien. ¿Quién soy yo, en realidad, para decirle a un amigo que no debería cambiar su nombre por Oliver High, librarse de su familia y unirse a un culto satánico en Seattle? O discutir con otro amigo que quiere comprarse un Remington Fireball de un solo tiro para poder salir a liquidar policías desde una distancia segura...
Me parece bien, hagan lo que hagan; es lo que digo siempre. No hay que meterse nunca a hurgar en la cabeza de un amigo, ni por accidente. Y si sus viajes privados se descontrolan de vez en cuando... en fin, haces lo que haya que hacer.

La gran caza del tiburón, Hunter S. Thompson
La vida sólo empieza a tener sentido cuando te das cuenta de que a veces (muchas veces, casi siempre) dos ideas totalmente contradictorias pueden ser ciertas.

La lluvia antes de caer, Jonathan Coe
En un país donde mandan los cerdos, todos los cerdos suben rápido... y los demás vamos jodidos, si no somos capaces de coordinar nuestras acciones: no necesariamente para Ganar, sino más que nada para no Perder del todo. Nos lo debemos a nosotros mismos, y a esa tullida imagen que tenemos de nosotros como algo mejor que una nación de ovejas aterradas... pero, sobre todo, se lo debemos a nuestros hijos, que tendrán que vivir con nuestra derrota y todas sus consecuencias a largo plazo.

La gran caza del tiburón, Hunter S. Thompson
Te pasa la vida teniendo orgasmos, y al final todo desaparece. Lo recuerdas, y después revientas, tienes las células achicharradas, y todo se va a paseo contigo, los recuerdos, todo el placer. Se acabó. No sirve de nada hacer como que las cosas funcionan de otro modo, que estamos acompañados, que nos amamos, que nos ayudamos, que somos solidarios y que nos protegemos. Cada uno va a la suya, coges lo que puedes, te aprovechas, revientas y se acabó.

La mejor parte de los hombres, Tristan Garcia
«No me importa que llueva en verano. Hasta me gusta. Es mi lluvia favorita.»«¿Tu lluvia favorita?», dijo Thea. Recuerdo que frunció el ceño sopesando aquellas palabras, y luego exclamó: «Pues la mía es la lluvia antes de caer.» Rebecca se sonrió al oír aquello, pero yo dije (en plan pedante supongo): «Pero, cielo, antes de caer en realidad no es lluvia.» Y Thea me dijo: «¿Y entonces qué es?» Y yo le expliqué: «Pues es sólo humedad. Humedad en las nubes.» Thea bajó la vista y se concentró una vez más en escoger los guijarros de la playa; cogió dos y se puso a golpearlos uno contra otro. Parecía que el ruido y la sensación le gustaban. Yo seguí: «¿Entiendes entonces que no existe la lluvia antes de caer? Tiene que caer para que sea lluvia.» Era una tontería explicarle aquello a una niña pequeña; casi me arrepentía de haber empezado. Pero por lo visto Thea no tenía ningún problema en captar la idea; más bien al revés, porque al poco rato se quedó mirándome y meneó la cabeza con gesto de pena, como si discutir aquellas cosas con una idiota estuviera poniendo a prueba su paciencia. «Ya sé que no existe.», dijo. «Por eso es mi favorita. Porque no hace falta que algo sea verdad para hacerte feliz, ¿no?»

La lluvia antes de caer, Jonathan Coe
La juventud sin escolta de nubes, 
los muros, voluntad de tempestades, 
la lámpara, como abanico fuera o dentro, 
dicen con elocuencia aquello no ignorado, 
aquello que algún día débilmente 
ante la muerte misma se abandona.

Hueso aplastado por la piedra de sueños, 
¿qué hacer, desprovistos de salida, 
si no es sobre puente tendido por el rayo 
para unir dos mentiras, 
mentira de vivir o mentira de carne?

Sólo sabemos esculpir biografías 
en músicas hostiles; 
sólo sabemos contar afirmaciones 
o negaciones, cabellera de noche; 
sólo sabemos invocar como niños al frío 
por miedo de irnos solos a la sombra del tiempo.

La realidad y el deseo, Luis Cernuda
No frecuento mucho el mundo exterior, la vida real, y paso la mayor parte del tiempo en mi propio universo interior, del que estoy cansado, precisamente, o del que me siento prisionero. Sólo sueño con huir de esta cárcel, pero no lo consigo, ¿y por qué? Porque tengo miedo de huir de ella y también, y es lo más desagradable de admitir, porque en el fondo me gusta.

Una novel rusa, Emmanuel Carrère
Lo cierto era que, a pesar de todo, estábamos avanzando hacia la idea de una federación mundial dominada por los Estados Unidos de América y con una lengua común: el inglés. Por supuesto que la perspectiva de ser gobernados por unos tarugos resultaba vagamente desagradable; pero, después de todo, tampoco sería la primera vez. A juzgar por los testimonios que dejaron acerca de sí, los romanos eran evidentemente una nación de imbéciles.

Lanzarote, Michel Houellebecq
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz; 
si como muros que se derrumban, 
para saludar la verdad erguida en medio, 
pudiera derrumbar su cuerpo, 
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición, 
sino amor o deseo, 
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos 
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu 
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor, 
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

La realidad y el deseo, Luis Cernuda
Estar cansado tiene plumas,
tiene plumas graciosas como un loro,
plumas que desde luego nunca vuelan,
mas balbucean igual que loro.

Estoy cansado de las casas,
prontamente en ruinas sin un gesto;
estoy cansado de las cosas,
con un latir de seda vueltas luego de espaldas.

Estoy cansado de estar vivo,
aunque más cansado sería el estar muerto;
estoy cansado del estar cansado
entre plumas ligeras sagazmente,
plumas del loro aquel tan familiar o triste,
el loro aquel del siempre estar cansado.

La realidad y el deseo, Luis Cernuda
Algunas personas, quizás, hacen el amor en un estado de lucidez plena; no las envidio. Lo único que yo consigo hacer en un estado de lucidez plena son mis cuentas; o la maleta.

Enemigos públicos, Michel Houellebecq y Bernard-Henri Lévy
La memoria no es una magnitud fiable en una vida. No lo es por la sencilla razón de que no antepone la verdad a todo. No es nunca la exigencia de veracidad lo que decide si la memoria reproduce un suceso correctamente o no. Lo decide el interés personal. La memoria es pragmática, es insidiosa y astuta, pero no de un modo hostil o malicioso; al contrario, hace todo lo posible para satisfacer a su amo. Algunas cosas las empuja hasta el vacío del olvido, otras las retuerce hasta lo irreconocible, otras las malinterpreta elegantemente, y algunas, las menos, las recuerda nítida y correctamente. Tú nunca puedes decidir qué es lo que se recuerda correctamente.

La isla de la infanciaKarl Ove Knausgård

Amé y no me amaron y finalmente dio igual.
Siempre da igual, eso me está matando, que dé igual.

Amor, Manuel Vilas
Yo no tenía demasiadas ganas de beber. Era feliz drogándome y ahora no lo hacía. Me drogaba como quien escribe un diario, por autoconomiento. Y ahora echaba de menos las grandes soledades de después de la droga.

Vida de Pablo, Carlos Pardo
Me parece que desarrollar un orgullo nacional exagerado es siempre un signo de que no tienes mucho de que enorgullecerte.

Enemigos públicos, Michel Houellebecq y Bernard-Henri Lévy

-¿Lo echa de menos? -preguntó Omar.
-¡Qué cruel es usted! Después de todo, usted es un biógrafo y formula preguntas crueles.
-Lo siento -dijo Omar.
-Pues claro que le echo de menos -dijo Adam-, pero es mejor así. Eso es lo que dice la gente, «Es mejor así», queriendo decir que no puedo soportarlo, pero que lo superaré. Cerraré los ojos y avanzaré torpemente por la oscuridad.

Aquella tarde dorada, Peter Cameron
Lamento llegar, a mi edad, a esta conclusión tristemente banal: hay gente con la que vale la pena hablar; con otra, no.

Enemigos públicos, Michel Houellebecq y Bernard-Henri Lévy
Contemplo yo a mi vez la diferencia
entre el hombre y su sueño de más vida,
la solidez gremial de la injusticia,
la candidez azul de las palabras.

No hemos llegado lejos, pues con razón me dices
que no son suficientes las palabras
para hacernos más libres.

Te respondo
que todavía no sabemos
hasta cuándo o hasta dónde
puede llegar una palabra,
quién la recogerá ni de qué boca
con suficiente fe
para darle su forma verdadera.

Haber llevado el fuego un solo instante
razón nos da de la esperanza.

Pues más allá de nuestro sueño
las palabras, que no nos pertenecen,
se asocian como nubes
que un día el viento precipita
sobre la tierra
para cambiar, no inútilmente, el mundo.

Entrada en materia, José Ángel Valente

-Quizá no sea usted un amor -dijo Adam.
-¿Y usted? -preguntó Deirdre.
-Sí, fui un amor, en mi juventud. Y fui joven mucho tiempo. Quizá precisamente por el efecto de ser un amor. Retarda el proceso de envejecimiento, pero desgraciadamente, no lo detiene y, un día, me levanté una mañana y vi que ya era viejo. Usted está envejeciendo de manera más gradual y eso es, en mi opinión, una bendición: no hay nada peor que despertar una mañana y descubrir que estás decrépito.
-¿Es mejor envejecer de manera gradual?
-Sí -dijo Adam-. Así no te das cuenta. A no ser que seas lo suficientemente estúpido como para mirar una vieja fotografía. Por esa razón destruí todas las viejas fotografías de mí mismo.
-Yo creo que algunas personas quieren recordar su belleza de antaño -dijo Deirdre.
-Mejor recordarla con el ojo de la mente -dijo Adam-. La belleza recordada es más intensa que la belleza registrada.

Aquella tarde dorada, Peter Cameron

-¿Sabes lo que te digo?
-¿Qué?
-Que no me importa seguir siendo un secreto.
-No eres un secreto... Ya no te puedes quejar.
-Que no me importa seguir siendo una latencia, que sigamos así, que lo nuestro no tenga nombre. Todo lo que tiene nombre está muerto.
-Qué bonito.
-Es que follar me pone poeta.

Vida de Pablo, Carlos Pardo
Debiéramos tal vez
reescribir despacio nuestras vidas,
hacer en ellas cambios de latitud y fechas,
borrar de nuestros rostros en el álbum materno
toda noticia de nosotros mismos.

Debiéramos dejar falsos testigos,
perfiles maquillados,
huellas rotas,
irredentas partidas bautismales.

O por toda memoria,
una ventana abierta,
un bastidor vacío, un fondo
irremediablemente blanco para el juego infinito
del proyector de sombras.
Nada.

De ser posible, nada.

Entrada en materia, José Ángel Valente
Sé que llegará el día en que ya nunca 
volveré a contemplar 
tu mirada curiosa y asombrada. 
Tan sólo en tus pupilas 
compruebo todavía, 
sorprendido, 
la belleza del mundo 
-y allí, en su centro, tú 
iluminándolo.

Por eso, ahora, 
mientras aún es posible, 
mírame mirarte; 
mete todo tu asombro 
en mi mirada, 
déjame verte cuando tú me miras 
también a mí, 
asombrado 
de ver por ti y a ti, asombrosa.

Otoños y otras luces, Ángel González