Recorría con la mirada el paisaje y permanecía reclinado en una silla de tela, de esas de director de cine que le había regalado en broma Daphne en uno de sus cumpleaños, escribiendo la frase de Escarlata O'Hara con un pincel en el respaldo, mañana será otro día, para que él no fuera el director de un cinemascope amargo que se veía desde el porche, sino que pensara que en el fondo en la vida hay algo que merece la pena si el alma no es raquítica, y que es necesario luchar contra el raquitismo de determinados días, cuando el manantial parece haberse secado, porque de repente la fuente empieza otra vez a manar, tú ya no te lo esperabas y qué hermoso, llega un chorro de agua fresca que te inunda, te revigoriza, te arrastra, ¿de dónde viene ese río cárstico, mientras la llanura parecía tan seca, qué meandros subterráneos ha recorrido para llegar hasta ti, para decirte que mañana será otro día?

Tristano muere, Antonio Tabucchi
Sólo se puede ser libre durante cierto tiempo, y después las cadenas empiezan a envolverte. La solución consiste en mantenerse continuamente en movimiento.

Acid House, Irvine Welsh

-No puedo parar -se quejó con voz lastimera.
-Sí, sí que puedes.
-¿Y cómo voy a vivir?
-¿Y cómo vives ahora? En el desastre. Déjate guiar por tus sentimientos. Sigue el curso de la mínima resistencia. Haz lo que te apetezca, sea lo que sea. Deja que la casa se hunda, si hace falta. Abandónate a la deriva.
-No seas imbécil. Hay que hacer un esfuerzo.
-Bajo ninguna circunstancia hagas un esfuerzo -le advirtió papá con firmeza, agarrando con fuerza la cabeza de Ted-. Si no dejas de esforzarte morirás muy pronto.
-¿Que moriré?
-Claro que sí. Es el esfuerzo lo que te está destrozando. No puedes hacer un esfuerzo para tratar de enamorarte, ¿verdad que no? Y hacer un esfuerzo para hacer el amor conduce a la impotencia. Déjate guiar por tus sentimientos. Todo esfuerzo no es más que ignorancia. Existe una sabiduría innata. Haz sólo lo que te plazca.

El buda de los suburbios, Hanif Kureishi

-Yo siempre estaré -me dice al despedirse-, nunca me perderás.
-¿En serio? -le digo.
-Claro. Nadie te querrá como te quiero yo -afirma, con expresión grave.
-Hombre, tal vez alguien sí, ¿no?
Y añade, como si no me hubiese oído:
-De todos modos, la vida da muchas vueltas, nunca se sabe.
-Es cierto.
Pero tal vez la nuestra ya ha dado todas las vueltas que podía dar y la rueda de la ruleta se ha detenido por última vez, de nuevo, en un número perdedor. Y ya estamos absolutamente arruinados. Me gustaría poder reconstruir el mundo, o un amago de mundo, con las piezas que tengo, recomponer el rompecabezas y que algo volviese a ser como antes, no tener que aventurarme fuera nunca jamás, pero supongo que ya faltan demasiadas piezas.

También esto pasará, Milena Busquets
La locura de él, si es que su destino ha de ser el de padecer locura, será diferente: tranquila, discreta. Se sentará en un rincón, tenso y encorvado, como el hombre de la toga del grabado de Durero, esperando pacientemente a que acabe su temporada en el infierno. Y cuando haya pasado será más fuerte por haber resistido.

Juventud, J.M Coetzee
Es el sufrimiento de ser el que nos hace buscar al otro, como un paliativo; tenemos que superar esa fase para alcanzar el estado en el que el mero hecho de ser constituye en sí una ocasión permanente de júbilo; en el que la intermediación pasa a no ser más que un juego, emprendido libremente, no constitutivo del ser. En una palabra, debemos alcanzar la libertad de la indiferencia, condición que hace posible la perfecta serenidad.

La posibilidad de una isla, Michel Houellebecq
Siempre he pensado que los que dicen «te quiero mucho», en realidad te quieren poco, o tal vez añaden el «mucho», que en este caso significa «poco», por timidez o por miedo a la contundencia de «te quiero», que es la única manera verdadera de decir «te quiero». El «mucho» hace que el «te quiero» se convierta en algo apto para todos los públicos, cuando, en realidad, casi nunca lo es. «Te quiero», las palabras mágicas que te pueden convertir en un perro, en un dios, en un chiflado, en una sombra.

También esto pasará, Milena Busquets
«Si tú eres Dios, ¿qué haces perdiendo el tiempo conmigo?»
«Buena pregunta, Boab. Buena pregunta.»
«Quiero decir que hay críos muriéndose de hambre y tal, salen en la tele y eso. Si fueras tan bueno, podrías arreglar eso un poco, en vez de estar aquí privando con un tipo como yo.»
Dios miró a Boab a los ojos. Parecía molesto.
«Alto ahí un momento, amigo. Dejemos una cosa bien clara. Cada vez que bajo por aquí, algún espabilao me da la barrila con lo que tendría o no tendría que estar haciendo. O eso o tengo que embarcarme en algún jodido discurso filosófico con algún gilipollas a punto de licenciarse, sobre mi naturaleza, la magnitud de mi omnipotencia y toda esa mierda. Estoy empezando a hartarme un poco de toda esta autojustificación; a vosotros, capullos, no os toca criticarme. Yo os hice a mi propia imagen y semejanza, cabrones. Montároslo como podáis ; arregladlo vosotros, joder. Ese cabrón de Nietzsche erró el tiro al decir que yo había muerto. No estoy muerto; es que me la trae floja todo. No es cosa mía arreglar los problemas de todo quisque. Si a ningún otro cabrón le importa una mierda, ¿por qué debería importarme a mí? ¿Eh?»


Acid House, Irvine Welsh
Sé que el amor es un trabajo sucio; tienes que mancharte las manos. Si te mantienes a distancia, no sucede nada interesante. Además, debes encontrar la distancia adecuada entre las personas. Si están demasiado cerca, te aplastan; si están demasiado lejos, te abandonan. ¿Cómo mantenerlos en la situación adecuada?

Intimidad, Hanif Kureishi
Yo era antitodo y antitodos. No quería gente a mi alrededor. Esta aversión no suponía una enorme ansiedad traumática; era simplemente la madura convicción de mi propia vulnerabilidad psicológica y mi incapacidad para la convivencia.

Acid House, Irvine Welsh

Todas las camas de la casa están viejas y estropeadas, los muelles se hunden, crujen al menor movimiento. Él trata de quedarse tan quieto como puede, en la franja de luz de la ventana, consciente de su cuerpo acostado de lado, de sus puños apretados contra su pecho. En este silencio trata de imaginar su muerte. Se borra de todo: del colegio, de la casa, de su madre; trata de imaginarse los días siguiendo su curso sin él. Pero no puede. Siempre hay algo que se deja atrás, algo pequeño y negro, como una nuez, como una bellota que ha estado en el fuego, seca, cenicienta, dura, incapaz de crecer, pero que está allí. Puede imaginar su propia muerte pero no puede imaginar su propia desaparición. Por más que lo intente, no puede aniquilar el último residuo de sí mismo.

Infancia, J.M. Coetzee
El amor te vuelve débil, y el más débil de los dos acaba oprimido, torturado y finalmente muerto a manos del otro, que por su parte oprime, tortura y mata sin intención de hacer daño, sin sentir placer alguno por ello, con una total indiferencia; eso es lo que los hombres, por regla general, llaman amor.

La posibilidad de una isla, Michel Houellebecq
He estado intentando convencerme de que abandonar a una persona no es lo peor que se le puede hacer. Puede resultar doloroso, pero no tiene por qué ser una tragedia. Si uno no dejase nunca nada ni a nadie, no tendría espacio para lo nuevo. Sin duda, evolucionar constituye una infidelidad..., a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Tal vez cada día debería contener al menos una infidelidad o una traición necesaria. Se trataría de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el futuro..., una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes, sino mejores.

Intimidad, Hanif Kureishi

Pregunta: ¿cuál es el método más seguro para no llegar a ser muy desgraciado?
Respuesta: no aspirar a ser muy feliz.
Tal fue la reflexión que se hizo Pablo mientras saltaba de una terraza a otra huyendo de los militares, reflexión que puede parecernos fuera de lugar, dadas las circunstancias, pero que atendiendo a las circunvoluciones del espíritu humano, donde no existe la línea recta, acabó resultando providencial: curiosamente, aquel pensamiento le devolvió la cordura y le salvó la vida; de no haberlo tenido, lo más probable es que se hubiese dejado atrapar por sus perseguidores o lanzado al vacío desde cualquier azotea. Porque aquella reflexión le llevó a otra, y esta otra a la siguiente. Al fin y al cabo, se dijo, la felicidad es para el ser humano como la casa para el borracho: aunque no la encuentre, sabe que existe... Pablo sabía qué era la felicidad, aunque la hubiese perdido: se trataba, pues, de tener paciencia, de no perder los nervios ni la cabeza, de esperar sin desesperar.

El anarquista que se llamaba como yo, Pablo Martín
Durante la primera parte de tu vida, no te das cuenta de tu felicidad hasta que la has perdido. Luego llega una edad, una segunda edad, en que sabes, en cuanto empiezas a vivir algo feliz, que acabarás perdiéndolo.

La posibilidad de una isla, Michel Houellebecq
Las chicas estaban monstruosas con sus vestidos de ceremonia, confeccionados sobre jaulas de alambre. En lo alto de la cabeza tenían sujetas libras de cabello. Borrachas, besándonos o medio derribadas en las sillas, su destino era la universidad, el marido, el cuidado de los hijos, la infelicidad atisbada confusamente. En otras palabras: su destino era la vida.

Las vírgenes suicidas, Jeffrey Eugenides