Quizá lo más cerca que podamos estar de la muerte es escribiendo, en el sentido de que escribir es ausentarse de la vida, un abandono provisional del mundo y de nuestras nimias tribulaciones para intentar ver las cosas con mayor claridad. Escribiendo, uno da un paso atrás y al lado respecto de la vida para verla con mayor desapego, tanto de manera más distante como más próxima. Con una mirada más firme. Escribir te permite dar las cosas por zanjadas: las obsesiones, los remordimientos y los recuerdos que nos despellejan vivos.

Apuntes sobre el suicidio, Simon Critchley
No existe silencio sin un grito desgarrador, no existe perdón sin que se derrame sangre, no existe aceptación sin pasar por un intenso sentimiento de pérdida. Ésos son los cimientos de la verdadera armonía.

Los años de peregrinación del chico sin color, Haruki Murakami

Los comunistas existimos en la medida en que, primero, no aceptamos esto, porque no nos da la gana decirle que sí a lo que hay. Lo puedo razonar, pero en el fondo hay una posición visceral. No asumo. Y a partir de ahí quiero un mundo distinto. Mas no tengo que buscar elucubraciones sobre el destino final de la humanidad, ya me contentaría con que se cumpliesen para los más de siete mil millones de habitantes del planeta los derechos humanos. Podríamos repasar los treinta artículos de la Declaración de los Derechos Humanos.
Ser comunista me obliga a luchar más que otros por los derechos humanos. Ser comunista implica para mí trabajar en pos de eso. No tengo por qué dibujar para los demás un paraíso especial mío, sino un paraíso comúnmente aceptado. El cumplimiento de nuestros derechos.

Contra la ceguera, Julio Anguita
-¿Qué haces aquí?
-He vuelto.
-¿En serio?
-Soy así de imbécil.

Vente a casa, Jordi Nopca
Vivimos en una época de apatía generalizada. Tenemos al alcance muchísima información sobre los demás. Si uno se lo propone, puede obtenerla con facilidad. Sin embargo, realmente no sabemos nada de nadie.

Los años de peregrinación del chico sin color, Haruki Murakami
Creo que la verdad está bien en las matemáticas, en la química, en la filosofía. No en la vida. En la vida es más importante la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza.

Sobre héroes y tumbas, Ernesto Sábato

-Mira. No es que no quiera saber la verdad. Lo que pasa es que, a estas alturas, siento que es mejor olvidarlo. Ya forma parte del pasado, está como sumergido en una zona muy honda de mí mismo.
Durante un instante Sara cerró sus finos labios y luego sentenció:
-Eso es peligroso.
-¿Peligroso? -dijo Tsukuru-. ¿Qué quieres decir?
-Aunque logres ocultar los recuerdos, o enterrarlos muy hondo, no puedes borrar la Historia -dijo Sara alzando la mirada hacia Tsukuru-. Más vale que te quede grabado: la Historia no puede borrarse ni alterarse. Porque significaría matarte a ti mismo.

Los años de peregrinación del chico sin color, Haruki Murakami
Y, sin embargo, en algún nivel yo ya había comprendido, porque era una persona que había nacido con miedo, que en la vida había cosas que yo nunca tendría capacidad para controlar o dirigir. Que había cosas que simplemente sucedían.

El año del pensamiento mágico, Joan Didion
Pasado el tiempo, no sé si lo que sentía por él era amor (qué demonios es exactamente eso, demasiadas veces lo analizamos, lo destripamos, y en ese trajín nos confundimos y acabamos por perderlo), pero sí que puedo jurar que se trató de una entrega sin resistencia, no porque no quise resistirme, sino porque no pude resistirme.

Paris-Austerlitz, Rafael Chirbes
El alcohol hace que nosotros, y el resto de la gente, y la vida en general, sean mucho menos aburridos.

Chap Chap, Kiko Amat
Su juventud, la mía,
-música de mi fondo -
sonríe aún en la imprecisa gracia
de cada cuerpo joven,
en cada encuentro anónimo,
iluminándolo. Dándole un alma.
Y no hay muslos hermosos
que no me hagan pensar en sus hermosos muslos
cuando nos conocimos, antes de ir a la cama.

Ni pasión de una noche de dormida
que pueda compararla
con la pasión que da el conocimiento,
los años de experiencia
de nuestro amor.
                      Porque en amor también
es importante el tiempo,
y dulce, de algún modo,
verificar con mano melancólica
su perceptible paso por un cuerpo
-mientras que basta un gesto familiar
en los labios,
o la ligera palpitación de un miembro,
para hacerme sentir la maravilla
de aquella gracia antigua, fugaz como un reflejo.

Sobre su piel borrosa,
Cuando pasen más años y al final estemos,
quiero aplastar los labios invocando
la imagen de su cuerpo
y de todos los cuerpos que una vez amé
aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.
Para pedir la fuerza de poder vivir
sin belleza, sin fuerza y sin deseo,
mientras seguimos juntos
hasta morir en paz. Los dos,
como dicen que mueren los que han amado mucho.

Las personas del verbo, Jaime Gil de Biedma
Es una pena -dirán los cobardes, a los que desespera cualquier fracaso- que en la vida no se pueda recurrir, como en el lienzo de un pintor, al retoque, al arrepentimiento o al repinte. Reescribir nuestra autobiografía, corregir la historia mientras la fabricamos y cargarla o sobrecargarla para esconder, maquillar el paso en falso o la falta de delicadeza. Es una suerte que no podamos. La situación de cada uno de nosotros en un tiempo que no se puede ni alargar ni acortar nos obliga a la determinación, aunque esté animada por un temblor que provoque su fracaso. El arte de las agudezas es peligroso, es necesario que podamos fracasar para que el orgullo del éxito sea más auténtico. Resumiendo todo esto en una magnífica frase, Nietzsche escribió: «Lo que no me mata me hace más fuerte». Me gusta repetírmela a menudo, sobre todo cuando me siento muerto y nada fuerte...

La escultura de sí, Michel Onfray
Aunque uno se obstine en luchar contra ella, la nostalgia siempre gana. Con los años, ese pasado de angustia teen y burricie automutiladora acaba conviertiéndose en algo entrañable. Y aquellos trapos, en armaduras gloriosas. Y aquellos grupos de mierda que nos gustaban, en el futuro del pop. Y aquellos empujones ebrios en la puerta de un bar, en hazañas bélicas contra Unos Tíos Muy Chungos. Ah, la nostalgia. Qué montón de basura, pero cuánto engancha.

Chap Chap, Kiko Amat
Por lo visto es posible declararse hombre.
Por lo visto es posible decir no.
De una vez y en la calle, de una vez, por todos
y por todas las veces en que no pudimos.

Importa por lo visto el hecho de estar vivo.
Importa por lo visto que hasta la injusta fuerza
necesite, suponga nuestras vidas, esos actos mínimos
a diario cumplidos en la calle por todos.

Y será preciso no olvidar la lección:
saber, a cada instante, que en el gesto que hacemos
hay un arma escondida, saber que estamos vivos
aún. Y que la vida
todavía es posible, por lo visto.

Las personas del verbo, Jaime Gil de Biedma