Tengo un hueco aquí donde no hay nada, que hay un vacío que no se puede llenar. Y quizá sea la tristeza por los años del frescor, los años que nunca volverán, las cosas que pasaron, las cosas que hicimos, la tristeza por los chicos con botas, los años que dejamos pudrir, que se nos murieron en las manos, sin querer, sin que pudiésemos hacer nada para evitarlo, esa tristeza que llevo ahí, incrustada en la piel, hasta el día en que me muera, y que cada tiempecito sale a golpes, derramándoseme por los ojos y se lo lleva todo menos el recuerdo.
El recuerdo nunca.

Rompepistas, Kiko Amat

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