Me encontré ante la iglesia de Nuestra Señora, muy antigua, con los adobes ennegrecidos por el tiempo. Entré por motivos sentimentales. Sólo por motivos sentimentales. No he leído a Lenin, pero he oído comentar una frase suya, que la religión es el opio del pueblo. Hablando conmigo mismo en la escalinata de la iglesia: el opio del pueblo, pues claro que sí. Yo es que soy ateo: he leído El Anticristo y me parece una obra imprescindible. Creo en la transvaloración de los valores, señor mío. La Iglesia debe desaparecer, es el refugio del Mester de Patanería, de los patanes y pelmazos y toda la charlatanería de tres al cuarto.

Pregúntale al polvo, John Fante

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