Lo que murió en 1991 no fue sólo la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, sino la credulidad humana. La consecuencia del fracaso del comunismo es la imposibilidad del compromiso en cualquier terreno, político o personal. Y esta derrota no solamente concierne a Rusia, sino al mundo entero. El hedonismo es la ideología de la gente que ya no tiene esperanza. Toda quimera está ya prohibida. La globalización nos convierte en tecnoconsumidores pesimistas y resignados. El amor es un sueño prohibido, como todos los demás sueños, aparte de los créditos rotatorios. El siglo XXI no se recuperará de haber ridiculizado el lirismo.

Socorro, perdón, Frédéric Beigbeder

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