Es raro que puedas mirar sin amor a alguien que amarás con toda tu alma. Parece imposible que esos ojos de hoy no sepan cómo mirarán mañana, que el humor vítreo no se conmueva al verse atravesado por una imagen que será adorada. Lo contrario tampoco parece que pueda suceder: que los ojos nuestros puedan amar -de manera carnal, o de cualquiera de las otras maneras, que también son amar- a una persona cuya sola visión un día provocará dolor y odio. Pero así sobrevivimos; terrible mi desgracia, que voy comprendiendo lo que supone ver con los mismos ojos el hoy y el mañana a la vez.

La insólita reunión de los nueve Ricardo Zacarías, Colectivo Juan de Madre

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