Me imagino el futuro como un oso gigante que arrasa la ciudad, reduce a polvo edificios y personas y los pisotea para devolverlos al planeta del que salieron. Pero no puede destrozar las otras partes que nos hacen ser lo que somos. Las partes como montañas rusas o cervezas en la cama o libros de rusos muertos. Esas partes se elevan como orbes por la atmósfera, liberadas de sus cuerpos aburridos y de la constante necesidad de mear y cagar y comer y dormir. Nueve millones de años en el futuro, seguiremos existiendo en lejanas nubes estelares, separados por años luz pero en el mismo lugar de siempre.

Hurra, Ben Brooks

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