Nos pasamos tanto tiempo no diciendo lo que deseamos realmente porque sabemos que no podemos conseguirlo. Y porque suena a descortesía, a ingratitud, a deslealtad, a niñería, a banalidad. O porque estamos tan desesperados que fingimos que las cosas están bien, y si nos confesamos a nosotros mismos que no lo están nos da la impresión de cometer un error. Adelante, di lo que deseas. Quizá no a voz en grito, si ello puede meterte en líos. «Desearía no haberme casado con él nunca.» «Desearía que ella estuviera todavía viva.» «Desearía no haber tenido jamás hijos con ella.» «Desearía tener montones de dinero.» «Desearía que todos los albaneses volvieran a su puta Albania.» Sea lo que fuere, dítelo a ti mismo. La verdad te hará libre. O eso o te dará un puñetazo en las narices. Sobrevivir en la vida en la que estás viviendo es mentir, y mentir corroe el alma, así que tómate un respiro de las mentiras, un respiro de un minuto.

En picado, Nick Hornby

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