Aunque no estemos en la guerra nadie nos quita el campo de batalla que es la vida, el día a día. Todos nos vemos de repente en un engranaje absurdo, construido a base de mentiras y equívocos, con balas silbando a nuestro alrededor, balas disparadas desde la frustración por otros tantos seres asustados que no saben cómo han llegado hasta aquí, ni mucho menos cómo bajarse de este trasto averiado antes de la colisión, pataleando ciegos y sordos, mutilados de por vida. Una guerra sin cuartel en pos de ídolos de barro, de promesas de goma. No somos mucho más complejos que los insectos que alucinan girando alrededor de una luz cegadora que acaba por achicharrarlos con un fogonazo... Y fin de la historia. A las pruebas me remito.
Así estamos, hermano. Mira a tu alrededor y dime que no es cierto.

El descrédito, VV.AA.

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