La vida es demasiado mala o demasiado buena. La vida hay que pagarla. No hemos aprendido la gratuidad de la vida. Cuando aprendamos que la vida es gratuita le perderemos el miedo al sexo.
Pero se nace con conciencia de débito, con sentimiento de culpa, con heredada sensación de deuda. La vida es gratuita y eso es todo.
Gratuita en todos los sentidos.
No cuesta nada porque no sirve para nada. No hay que pagarla con sangre, justificarla con miedo o recaudarla en actos. Hay que prestarse a ella y dejar que se haga con nosotros.

Mortal y rosa, Francisco Umbral

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