Me vi obligado a reconocer que dentro de mí bullían cosas que jamás podría controlar con la razón. Dicho en otras palabras, no pude evitar que en mi interior renaciera ese romanticismo que en otro tiempo había repudiado con fuerza. Cuando comprendí que mi naturaleza era romántica, volví a los orígenes, a la adolescencia. Y al regresar a la adolescencia, salieron de golpe todas las cosas, como si del vaso de Pandora se tratara. Es cierto que, por ser sincero, la gente podría reírse de mí o criticarme, pero me parecía que no me quedaba otra salida que ser fiel a mí mismo, fiel al yo que volvía a sus orígenes.

Últimas palabras, Yukio Mishima, Hideo Kobayashi y Takashi Furubayashi

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