Yo volveré a sentir tus manos que recorren con torpeza mi espalda, mi culo, mi entrepierna, buscando tal vez mi clítoris, pero sin saber dónde se encuentra exactamente, volveré a desnudarte, a coger tu polla con mis dos manos y a decirte que la tienes muy grande cuando en realidad no la tienes muy grande, Max, y eso deberías haberlo sabido, y volveré a metérmela en la boca y a chupártela como probablemente nadie te la había chupado, y luego te desnudaré y dejaré que tú me desnudes, una de tus manos ocupada en mis botones, la otra sosteniendo un vaso de whisky, y te miraré a los ojos, esos ojos que vi en la televisión (y que volveré a soñar) y que hicieron que fuera a ti a quien eligiera, y volveré a repetirme que no es nada personal, y aún entonces tendré mis dudas, tendré frío como ahora tengo frío, intentaré recordar todas tus palabras, hasta las más insignificantes, y no podré hallar en ellas consuelo.

Putas asesinas, Roberto Bolaño

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