Es mejor tomarse la vida a la ligera -pensó-. Después de todo, aquellos a quienes la vida les resulta fácil, no tienen que dar ninguna excusa por vivir más allá de este punto. Los que la encuentran difícil, a su vez, muy pronto usan como excusa algo más que la mera existencia. Afirmar que la vida es dura no es algo de lo que debamos alardear. El poder que tenemos para hallar todas las dificultades posibles en la vida, ayuda a hacer la vida más fácil para la mayoría de los hombres. Si careciéramos de este poder, la vida sería algo sin dificultad ni facilidad: una mera esfera vacía, resbaladiza, sin ningún punto de apoyo.
Este poder es el que evita que la vida tome esta apariencia, un poder que la gente nunca la ha mirado con estos ojos, no conoce. Y, sin embargo, no es nada fuera de lo ordinario, no es ningún poder anormal; de hecho, no es más que una necesidad cotidiana. Los que hacen trampas con las balanzas de la vida y las hacen parecer indebidamente pesadas, recibirán su castigo en el infierno. Incluso sin manipularlo, el peso de la vida no es superior al de un abrigo; puesto, apenas se nota. Sólo los enfermos siente el peso del abrigo que les cubre y encorvan la espalda. Yo tengo que llevar prendas de abrigo más pesadas que otros, porque mi alma nació, y continúa viviendo, en el país de las nieves. Para mí, los problemas de la vida se reducen al simple acomodamiento de la armadura que me protege.

Sed de amor, Yukio Mishima

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