He vivido siempre a la ligera, sin preocuparme demasiado de los problemas que me salían al paso, y sin asustarme nunca de los conflictos que mi propia ligereza me creaba, porque siempre he creído que la existencia es un juego de azar y sólo los perturbados se obstinan en regir el azar con las leyes del cálculo y del razonamiento.

Amor se escribe sin hache, Enrique Jardiel Poncela

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