Casi todos mis amigos están metidos en cosas raras que yo no entiendo del todo... y, con unas cuantas excepciones vergonzosas, les deseo que todo les vaya muy bien. ¿Quién soy yo, en realidad, para decirle a un amigo que no debería cambiar su nombre por Oliver High, librarse de su familia y unirse a un culto satánico en Seattle? O discutir con otro amigo que quiere comprarse un Remington Fireball de un solo tiro para poder salir a liquidar policías desde una distancia segura...
Me parece bien, hagan lo que hagan; es lo que digo siempre. No hay que meterse nunca a hurgar en la cabeza de un amigo, ni por accidente. Y si sus viajes privados se descontrolan de vez en cuando... en fin, haces lo que haya que hacer.

La gran caza del tiburón, Hunter S. Thompson

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