Los comunistas existimos en la medida en que, primero, no aceptamos esto, porque no nos da la gana decirle que sí a lo que hay. Lo puedo razonar, pero en el fondo hay una posición visceral. No asumo. Y a partir de ahí quiero un mundo distinto. Mas no tengo que buscar elucubraciones sobre el destino final de la humanidad, ya me contentaría con que se cumpliesen para los más de siete mil millones de habitantes del planeta los derechos humanos. Podríamos repasar los treinta artículos de la Declaración de los Derechos Humanos.
Ser comunista me obliga a luchar más que otros por los derechos humanos. Ser comunista implica para mí trabajar en pos de eso. No tengo por qué dibujar para los demás un paraíso especial mío, sino un paraíso comúnmente aceptado. El cumplimiento de nuestros derechos.

Contra la ceguera, Julio Anguita

No hay comentarios:

Publicar un comentario