Todos deberíamos morir en el momento más feliz de nuestra existencia, en la plenitud de la realización, en un acto contra natura, pues casi nunca coincide ese apogeo con los últimos instantes de la vida. Hace tiempo por tanto que debería estar muerto, porque en cada instante de lucidez me doy cuenta de que ya no seré joven nunca más, porque no me fío de las personas, porque recordando los días pasados soy consciente de que no podré volver a amar a nadie, porque sé que habiendo desperdiciado aquellos momentos estoy abocado a un conformismo que fagocitará sin piedad cada segundo de mi futuro.

Érase una vez el fin, Pablo Rivero

1 comentario:

  1. En muchas ocasiones he tenido ese sentimiento de "si me muriera ahora sería el perfecto final". Buen texto, saludos de otra blogera

    ResponderEliminar