Quiero probar las drogas sintéticas, es como un capricho de turista, empecinado en sacarse una foto delante de la Torre Eiffel, buscando el ridículo efecto óptico de tener el dedo índice justo encima de la punta. Mi apetencia es quizá menos sana, pero menos ridícula y bastante más divertida.

El descrédito, VV.AA.

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