Una vuelta y somos distintos, ya no somos los mismos de antes. Nunca más. Ni siquiera esas estrellas. Incluso las estrellas decaen, se desploman, se unen, se separan. Cierro los ojos. Es lo que hay dentro de mí. Lo que se mueve en mi interior, lo que nada en el dolor como un pez ciego que no se detiene jamás. Es lo que vive, lo que permanece. Revive, renueva el amor y el dolor. El amor es el lecho del arroyo y el dolor lo llena. Lo llena con lágrimas todos los días.

La constelación del Perro, Peter Heller

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