Recorría con la mirada el paisaje y permanecía reclinado en una silla de tela, de esas de director de cine que le había regalado en broma Daphne en uno de sus cumpleaños, escribiendo la frase de Escarlata O'Hara con un pincel en el respaldo, mañana será otro día, para que él no fuera el director de un cinemascope amargo que se veía desde el porche, sino que pensara que en el fondo en la vida hay algo que merece la pena si el alma no es raquítica, y que es necesario luchar contra el raquitismo de determinados días, cuando el manantial parece haberse secado, porque de repente la fuente empieza otra vez a manar, tú ya no te lo esperabas y qué hermoso, llega un chorro de agua fresca que te inunda, te revigoriza, te arrastra, ¿de dónde viene ese río cárstico, mientras la llanura parecía tan seca, qué meandros subterráneos ha recorrido para llegar hasta ti, para decirte que mañana será otro día?

Tristano muere, Antonio Tabucchi

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