Incluso a la luz del día, existen rincones oscuros, húmedos y pestilentes que no deben ser visitados por el hombre. No todos los lóbregos corredores de lo oculto se encuentran en este mundo, muchos existen en pozos sin fondo, en lo profundo de lo desconocido, en los agujeros devorados por las larvas del subconsciente. Son las galerías tras la máscara que visten personas con nombre y trabajo y préstamos y utilitario; todos tienen recovecos en los que ocultar lo vergonzoso de ser humano. Esa es la verdad. Cada uno oculta su propia monstruosidad como puede, las deformidades del alma, la minusvalía ética que se contagia al poco de nacer.

Challenger, Guillem López

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