¿Se pueden calcular las variables de la vida? ¿Se puede mantener el control, tener el mando? Tal vez sea esta una pregunta trampa. En parte porque nadie en su sano juicio respondería que sí. La conquista de la perspectiva sobre la vida es una entelequia, como la espuma de la cerveza. Observar cambia lo observado y al observador. Es la eterna corriente que escapa entre los dedos. No se puede mantener el control, tener el mando, controlar el cotarro. Por eso, atrapados en el tiempo, las causas y consecuencias van viniendo -en tromba o en cuentagotas-, algunas veces de frente, otras a traición. Sí, una pregunta trampa. Vivir es mantener el equilibrio y tratar de caer lo más tarde posible, porque al final todos caen, todos. Por eso es imposible gobernar la existencia. Los asteroides viajan sin rumbo, empujados y atraídos por la gravedad de otros cuerpos celestes. A veces se desintegran los unos contra los otros. Nacer es lanzarse con la inercia de lo heredado, con la moral y las costumbres, a ese caótico baile de fuerzas invisibles, del colegio a la jubilación, de parte a parte de la galaxia.
Para qué negarlo. Nadie controla nada.

Challenger, Guillem López

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