Era cierto el hecho de que ninguno de los dos, hiciera lo que hiciera, iba a dejar de morir un día u otro. No, ésa era finalmente una incertidumbre. También era cierto que lo que tiene que pasar pasará. Otra incertidumbre. Pensé entonces que puestos a morir quizá mejor sería sufrirlo en movimiento y no enfermo o viejo en una cama. Incertidumbre también, pero reconfortante.

Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, Roberto Bolaño y A. G. Porta

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