Igual que hay clases de cielo, de alarmas de coche y de muchas otras cosas, en la resaca hay géneros. Guiones trágicos, enriquecidos con diversas dosis y matices de ironía. El marco épico que, por la tarde del segundo día, encuentra al héroe todavía sentado, frotándose las cejas con la punta de los dedos y repitiéndose cosas como «¡Válgame Dios!». Hay resacas futuristas, estremecedoras, espeluznantes; las hay turbadoras. Las hay que desgarran corpiños. Probablemente haya resacas de amor y lujo; las hay hechas de basura y trastos viejos. Hay resacas tan aburridas como la lluvia... No todos los géneros, por otra parte, corresponden a alguna resaca. Por ejemplo, no hay resacas del Oeste. En la vida real, las resacas suelen entrar en un género que la literatura encuentra difícil de explorar y rara vez acomete: tragicomedia.

La información, Martin Amis

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